martes, 20 de abril de 2010

XII. POR DENTRO

El Rey Asiduo siempre alza su dorada jarra. A él no le importan J.L., ni el Viejo Cascarrabias, ni el Estupendo Neil. Sólo nos saluda a nosotros y brinda su sonrisa. El Joven Anciano anda por aquí hoy y el Chico Alegre debe estar repartiendo en otra parte. Y Ella.
J.L. nos enseña las tripas. Juraría que se han despedido. Mejor me vuelvo al sofá.

XI. LAS AFUERAS

Rondan fuera de la oficina... al fin y al cabo no están muertos así que los llamaré los Adaptados. No se atreven a entrar aunque para ser exactos se dividen en tres grupos:
- Los que odian y temen a la oficina y todos los que vamos, aunque nunca se han atrevido a acercarse suficiente como para saber siquiera qué diablos odian o temen.
- Los indiferentes. Pues eso. Pasan.
- Los que quieren pero no se atreven. Entre otras cosas porque al volver a su tribu de Adaptados después de haber entrado, si es detectada su estancia en la oficina (simplemente con una frase de más de cuatro palabras será descubierta) son inmediatamente devorados por los demás en sangriento ritual.
De entre los que entran muchos vuelven, pero pocos acaban convirtiéndose en asiduos. Algunos incluso consiguen volver a ser aceptados en sus tribus sin represalias.
Me pregunto si serán espías.

X. TEN

Gritos de furia juvenil y reposada madurez de intermedio de partido. Negro. Garganta perfecta y rotos. Sonido goloso, arreglado niño repipi. Sigue vivo. Envejece, pero sigue vivo. Enloquece todavía. Hay cosas ahí de enorme valor. Miles de vidas. Cientos de almas. Sigue vivo. Envejece. Pero sigue vivo.

IX. DESPERDICIOS

Baja por la calle. La mirada busca encuentro tras cualquier alcantarilla. Esquiva. Y miope. Dos figuras amenazadoras mutan en sombras. No lo puede evitar. Sabe que le acecha. Y que en cuanto baje la guardia todo habrá terminado. Se escabulle y mira atrás con la nostalgia del que hizo de su vida un desperdicio sin retorno.
Dentro, el Muerto Más Venerable asegura que es posible vivir bajo el agua y que allí se irá cuando haya que escapar de la Guerra. El Joven Anciano sonríe. Hace algún tiempo le hubiera dado la razón. Pero ahora sólo sonríe.
Y los sonidos subacuáticos y la voz de las ballenas aparecen a tiempo. Justo a tiempo, como no.

miércoles, 14 de abril de 2010

VIII. ESTADO COMATOSO

Noches de esas. En las que sueltas todo lastre incluso el que debería formar parte de los veintiún gramos que al parecer perdemos al morir. Hay cosas que deberían quedarse ahí, dentro.
Pero el Chico Alegre me da la razón y a estas alturas no debería importarme pero.
Un órdago lanzado a tiempo siempre es en mal momento hasta que se demuestra lo contrario. Y por la bocaza morimos peces y mamíferos de toda clase y condición.
Ahora ya no importa. Veremos mañana. Punto y coma.

VII. ARAÑAS

Estuve toda la noche intentanto desentramar las telarañas que hace años fabricó el Viejo Cascarrabias y apenas he comprendido nada. Su anfetamínica mente iba mucho más deprisa cuando las tejió de lo que la mía es capaz de asimilar. A veces pienso si le gusta putearnos. Pero no es así. Todas esas imágenes tienen sentido para él de algún modo que para nosotros ¡oh simples mortales! nos costaría una vida entender. Porque él es inmortal. Y eterno. Sin secreto de confesión no nos daría ni los buenos días pero si nos lo cuenta a su manera sabe que sus pecados y secretos seguirán a salvo. A cambio puede desnudarnos con una mirada e iluminar nuestra alma con una palabra.
Por supuesto sé que una noche no significa nada. Así que seguiremos tirando de los hilos durante más de treinta años.
En la tele, Harrelson y sus hombres luchan contra el glorioso Sindicato del Crimen como hace más de treinta años. No han cambiado tanto las cosas.
Al fin y al cabo, ¿qué son treinta años?

jueves, 8 de abril de 2010

VI. RECUERDOS DEL BARRIO

La vía del tren y el campito a su lado. El puente que la cruza con su extraño eco incitaba a los escolares a pisar con fuerza mientras las ranas nos abucheaban.
En el campito alguna jeringuilla y condones usados. Territorio hóstil. Una panda de gamberros o macarras o delincuentes juveniles o las tres cosas a la vez rondaba por allí. Veía su moto de cross desde mi ventana.
¿Qué hay de cierto en todo esto? Mi memoria dice todo. Descartes dice duda.

V. LAS CONSECUENCIAS

¿Realmente estamos preparados? ¿Preparados para asumir que lo que hacemos afecta a los demás? Puede que incluso nuestros actos aceleren o ralenticen la continua rotación del planeta. Pero si alguien nos echa la culpa lo negaremos. Seguro que ha sido otro. Salvo que a veces quien nos echa la culpa no acepta nuestras respuestas.
Mi Amigo Suicida ya no está. Pagó. El Chico Alegre ha pagado un peaje a su conciencia.
Siempre he pensado que los jueces no duermen tranquilos.
Desde la oficina todo se ve con claridad. Aquí nos visitan los mayores mentirosos, yonquis, chaperos y tahúres y nos cuentan sus aventuras. Pero al final todos han pagado o pagarán. Incluso J.L. a pesar de su habilidad para sufrir amnesia cuando le conviene.
El Venerable Neil nos contó una historia sureña: un joven, pólvora en las manos y la última despedida. Al fin y al cabo todo se resume en eso. Y poco más.

IV. CONCIENCIAS APAGADAS

A veces todo da mucho asco. Más que los gargajos con sangre coagualada (o no) de un cirrótico. Miras a tu alrededor y todo está mal. Nada merece la pena. Pero es solo una urticaria momentánea. Nada que no cure el calor humano. O el calor de un bourbon bien frío.
Mi conciencia se ha ido apagando con los años y, por lo que veo, la de los demás tambien (si es que alguna vez la han tenido). Es la cultura del Yo antes que Tú.
Pero no importa. No hay nada que hacer y el hedonismo es una salida más que aceptable. Y luego está Ella. No hay nada que Ella no cure.
Hoy J.L. me cuenta algo sobre gnomos de jardín. Vanalidades que evaden a sus defensores y me adormecen. Pero la mierda sigue ahí afuera. Esperando para alcanzarnos a todos.

miércoles, 7 de abril de 2010

III. DE NADA (GRACIAS)

¡Vaya! ¡Cómo si la locura no fuese suficiente consuelo! La locura nos acerca a ser genios, por supuesto. Como mínimo nos acerca a estar tan locos como lo estuvieron algunos genios. ¿No os parece un gran consuelo?
La lástima es que mi locura está más cuerda que yo y eso no lleva a ninguna parte. Y desde luego no me acerca lo más mínimo a ningún genio ni loco ni cuerdo.
Pero si cuento hasta diez y lo pienso casi es un consuelo.

II. DE LO REAL Y LO FICTICIO?

El Joven Anciano me lo contó. Se lo contó a quien quiso escucharlo y a quien no tambien, aunque mi racionalismo empírico siempre tiende a simplificar.
- ¿De qué color es esa oveja?
- Blanca
- Depende
- Vale, es blanca, con algún mechón gris y un pequeño tonillo rubio en las puntas. Ah! y marrón roña en los cuartos traseros.
- Pues no. Es rosa.
Y tiene razón. Pero solo en parte. Aunque muchas veces la parte es mayor que el todo. Vaya, casi parece que está hablando él...
Hoy me encontré con el Muerto Más Venerable. Me volvió a enseñar lo pequeño que soy. Me ha dicho que eso ya lo había hecho él antes. Y mejor. Pero lo dice sin arrogancia, de modo que a nadie puede parecerle mal. Además tiene razón. Todo lo que bulle y bullirá en mi cabeza ya lo hizo él en vida. Y mejor.
Quizás por eso el Joven Anciano tenga razón. Esta noche he derramado el vaso. El séptimo vaso para ser exactos. Al menos pude beberme los otros séis.
- ¿Me cobras?

I. LOS CAMBIOS

El Joven Anciano está triste. Él no lo dice pero en los últimos meses se ha echado dos siglos encima. Y le pesan. No es fácil de soportar tal carga. O eso creo. Como no debe ser fácil pasar de ser pura energía libre a convertirse en esclavo de temores propios y ajenos. Pero está convencido. Así que supongo que estará bien.
Hoy J.L. me cuenta una historia de amor que no fue. Algo que ni él mismo recuerda si llegó a suceder. El brillo de sus dientes actuales no lo aclara. Pero las palabras son bellas cuando saben amarse. Me mira y aspira el humo que todos han dejado en el ambiente. Posiblemente ese humo le cuente historias que lo alimenten.
Tampoco importa mucho ahora. Algún zopenco que no se callaría ni aunque el mismísimo Elvis le cantara al oído ha roto la magia. Retumban sus rebuznos pero seguro que él ni siguiera ve a J.L. ni al Joven Anciano, ni nunca conoció a mi Amigo Suicida. Así que ¿qué cojones importa?.

CAPÍTULO ANTES DEL PRIMER CAPÍTULO

Voy a ver si me encuentro con J.L. Supongo que está en la oficina, acodado en la barra, imponente a su manera. No siempre nos entendemos pero siempre vuelvo a buscarlo. Y eso que él odia la psicodelia. Estoy convencido de ello. Claro que despues de patear polígonos y campamentos durante años es comprensible. Cuesta volver a ver los colores cuando has estado tanto tiempo en el gris. Aunque de eso ya ni te acuerdes.
Mi Amigo Suicida tambien era asiduo. Al gris y a las cloacas. Su corazón no andaba bien pero su código era firme. No contemplaba la rendición. Y debe ser muy extraño suicidarse a plazos, saber que ocurrirá cualquier día. Y que será pronto.
Así que voy a ver si J.L. me aclara algo. Un superviviente que sabe jugar con las palabras es un valor seguro. Aunque a veces calla. Casi siempre calla y mira taciturno. No sé muy bien cómo es en realidad el Viejo Cascarrabias pero seguro que se parecen. El Viejo es mucho más bajo y enjuto pero tambien es imponente. Y quizás sea el mayor tahúr de la historia.
La oficina siempre es un sitio agradable, hasta en las situaciones más tensas.
- ¿Qué te cuentas hoy?
Pero hoy calla. Quizás porque yo no soy capaz de entenderlo o porque no quiere darme una pista. No importa. Al fin y al cabo él es así.