viernes, 5 de noviembre de 2010
XX. GLORIOSA CARGA
El paseo fue más largo de lo habitual y sus ojos se clavaron en él. Se compadeció un instante pero sabía la verdad. Esa criatura escurridiza no tendría piedad en situación favorable así que giró sobre sus pasos. No lo seguiría. Ahora no. Las farolas se doblaban y el peso se hacía liviano a cada paso. Bendita contradicción. Cuando el peso dejó de ser peso supo que el paseo había terminado. Misión cumplida. Otro resto en la acera.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Mi memoria aún no falla, por increible que parezca
ResponderEliminar